Hace muchos años que me dedico a la consultoría de gestión en él Área de Operaciones. Debido a varias casualidades tuve la fortuna de formarme en el Instituto Goldratt en New Haven con los desarrolladores de esa novedosa metodología llamada T.O.C. en los años 90.
Uno de los aspectos que más me sigue sorprendiendo a día de hoy es que la mayoría de las personas asocian limitaciones a recursos físicos, cuando lo más habitual y lo que limita los resultados de una compañía suele ser las limitaciones políticas.
Pero, en realidad, ¿qué es una limitación política? La respuesta es muy sencilla. Una limitación política es una regla, una métrica o un indicador que induce unos comportamientos incorrectos, que quizás tuvieron sentido en el pasado pero que el cambio del escenario hace que dejen de tener sentido.
Hoy estamos siendo testigos de muchos cambios en cuestión de días, subidas de precios de energía, combustibles, fertilizantes en porcentajes de 2 o 3 dígitos. La situación actual me ha hecho recordar mis tiempos de becario, recién terminada la carrera.
Estaba haciendo unas prácticas en una de las grandes conserveras gallegas en las Rías Baixas, y allí estaba yo haciendo el diagnóstico inicial, previo a presentar un plan de acción. Esta etapa, entre noviembre de 1.993 y mayo del 1.994, coincidió con una subida del precio del atún de un 100%. Sí lo han leído bien, los que trabajen en conserveras y tengan más de 50 años se acordarán. Este aumento fue debido a la escasez de capturas, el atún es un pez migratorio y en ese momento escaseaba en los caladeros tradicionales. Se pueden hacer una idea del terremoto que esto provocaba en el precio de coste, donde la materia prima es más del 60% del precio total.
Ante un cambio tan drástico surgen oportunidades para intentar paliar este aumento. Para controlar la productividad de la limpieza del pescado había dos indicadores, el rendimiento del pescado, relación del peso bruto y el neto, y el otro era la velocidad de la limpieza, ya que a cada persona se le exigían unos kgs/hora en cada turno. Este fue el indicador que decidí cuestionarme, pues con la subida del precio, era mucho más importante el rendimiento que la velocidad.
Con una tabla excel, le demostré que bajando velocidad pero aprovechando un poco más el pescado se podían ahorrar 4 millones de pesetas por turno a la semana. Eso parecía un sacrilegio y alguien que lleva toda la vida haciendo lo mismo es difícil que se cuestione un indicador que lleva en uso muchos años.
Otro problema era la implantación, decirle a señoras que llevan años limpiando a una velocidad para alcanzar el mínimo, decirle que vayan más lentas es poco creíble, pues la que no conseguía el mínimo era “felicitada”. Aquí surgió otra gran idea, la única forma de que vayan más lentas era con cuchillos mal afilados, tienen que ir lentas a la fuerza. Pokayokes.
Pero el ejemplo más original fue la máquina-factoría.
Publicado por Manuel Castro en LinkedIn
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