Hoy en día mucho se habla de la gestión de la cadena suministro en todos los ámbitos. La pandemia puso de manifiesto la dependencia que occidente tenía de China para conseguir algo tan sencillo como una mascarilla. En los telediarios se habla más que nunca de la cadena de suministro y de los cuellos de botella.
La semana pasada un cliente, una fundición que trabaja en diversos sectores, me decía que está dando plazos de entrega en algunas piezas de un año. La demanda de sus piezas se ha disparado porque algunos clientes que compraban en Asia han dejado de hacerlo y ahora le compran el doble. Eso ya lo había oído antes a otros clientes en los últimos meses en otros sectores. Parece que eso de la globalización ha pasado a la historia. Pero hay empresas que no se fueron a Asia y que con proveedores locales tienen una clara ventaja competitiva, ya que sus costes logísticos no se han disparado. Hoy traer un contenedor de Asia es entre 5 y 10 veces más caro que hace un par de años, además los plazos son muchos más cortos.
Aquí es donde surge una oportunidad tremenda, ser el más rápido en comprar y producir y tener un nivel de servicio muy alto va a ser cada vez más una ventaja competitiva que hay que poner en valor y ser capaz de vender. La excelencia en gestión como diferencial.
Esto me recuerda a una cadena de supermercados que conocí hace años que eran los mejores gestionando la cadena de suministro en su mercado. Su mercado natural era New York, en concreto Manhattan, donde el precio del metro cuadrado es muy caro. Pues hace años se les ocurrió una cosa que no he visto a ninguna otra cadena. Se cuestionaron que los metros cuadrados disponibles eran los del supermercado, y le hicieron a sus clientes una oferta que consistía en que le ponían a sus clientes sus productos en casa en consigna, y cuando los consumía mandaba un email al súper y este les facturaba y reponía. No tenía que ir al súper, el súper venía a casa. Cada cliente elegía qué productos quería y el supermercado hacía el resto. El precio de este servicio tenía un sobrecoste que para muchos de sus clientes era despreciable. Un 10 % de sus clientes aceptaron esta oferta y estaban encantados.
Esta empresa todavía dio un paso más. Muchos de sus clientes estaban separados, eran jóvenes liberales con hijos pequeños y alto poder adquisitivo, pero muy ocupados y con poco tiempo. Pues al supermercado se le ocurrió solucionar este problema de sus clientes de la siguiente forma. Instalaron una cocina en los supermercados, le ofrecían el servicio de ir a buscar a los hijos a a la guardería y llevarlos para el supermercado a clases de cocina, y después el cliente venía a buscarlo al súper. Eso sí que fideliza, que el supermercado se encargue de ir a buscar a tu hijo.
Eso sí que es vender la excelencia operativa. Si tu cliente tiene un problema y se lo solucionas de forma original y rentable estás generando una ventaja competitiva.
Publicado por Manuel Castro en LinkedIn
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