El binomio TRANSFORMACIÓN DIGITAL ha alcanzado una cota de popularidad sin precedentes. Hay que DIGITALIZARSE, parece que es el último tren. Sobre este concepto hay todo un plan para conseguir subvenciones de las administraciones regionales o nacionales como el último tren para engancharse a las tecnologías de la información. Los políticos, expertos en hablar de oído, lo han incorporado a su discurso de una forma habitual, como una de las claves para mejorar la competitividad de las empresas.
En mi opinión este lema nos está alejando del foco, de lo importante. Y para mostrar mis argumentos voy a utilizar esta transparencia del curso del #DDI, sobre la evolución de la implantación de las tecnologías de la información en la economía real desde los años 60 hasta nuestros días.
Todo empezó en los años 60 con los primeros sistemas de planificación de materiales, los MRP, que se empezaron a comercializar en los 70 y los 80. Además en esta década se les incorporó la gestión de la capacidad de los recursos con los sistemas MRP II. Pero hasta la década de los 90 no se empezó con la implantación de los sistemas ERP, y su promesa del DATO ÚNICO, para todas las aplicaciones funcionales de las empresas. Hasta ese momento cada función de la empresa tenía su propia aplicación informática, la de personal para pagar las nóminas, la de comercial, la financiera para llevar las cuentas de la compañía, las comentadas de producción.
La promesa del ERP era clara, las bases de datos relacionales, el dato único. El acceso instantáneo al dato. Los que peinamos canas no podremos olvidar nunca lo que supuso el efecto 2.000, y el pico de implantaciones de ERP’S, pues se acababa el mundo. La última moda los APS, sistemas de planificación avanzada, a capacidad finita a finales de los 90, y comienzo del siglo 21.
Pero, ¿cuál fue el impacto de la ingente cantidad de dinero invertida en la implantación de esas tecnologías de la información?
Para responder a esa pregunta está la foto de abajo, donde un estudio de Deloite University Press DUPress.com, nos muestra el impacto de toda esta inversión en el Retorno sobre activos de la economía de USA. Las cifras no dejan dudas, se ha pasado una cifra que estaba en los 60 por encima del 4% a una cifra por debajo del 1% en el 2010, a pesar de que en esos casi 50 años la productividad de la mano de obra se ha duplicado.
¿Cuál es la conclusión lógica de este resultado? Pues muy sencillo, utilizamos todas esas tecnologías para hacer LO INCORRECTO mucho más rápido y eficientemente. HACEMOS LO INCORRECTO EN AUTOMÁTICO.
Con la TRANSFORMACIÓN DIGITAL, está pasando más de lo mismo, por lo que el consejo es claro, MÁS TRANSFORMACIÓN Y MENOS DIGITALIZACIÓN.
Pongamos el foco primero en hacer lo correcto, y seguidamente en automatizarlo, y para ello DIGITALIZARLO, si es necesario.
No nos olvidemos que la tecnología es una herramienta, no un fin en sí mismo, PRIMERO TRANSFORMACIÓN y después ………..
Publicado por Manuel Castro en LinkedIn
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación y ofrecer contenidos de interés.
Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestra Política de Cookies. Aceptar Rechazar